domingo, 12 de junio de 2011

CRÍTICA HANNA

Joe Wright es un buen director, de eso que no quepa duda, pero cuando se dio a conocer el proyecto de Hanna, su trama y su primer trailer, no acabábamos de encajar el estilo en el que se estaba moviendo. Un thriller es un género diametralmente opuesto a sus proposiciones cinematográficas anteriores, así pues el director tenía el reto sobre la mesa un reto que ha superado holgadamente convirtiéndose en uno de los thrillers más notables del año. Hanna se plantea como un film con toques perturbadores, magnética, distinta y con un aroma artístico que la distinguen de la marea de thrillers sin personalidad. Wright comienza a consolidarse como un director todoterreno al que debemos tener muy en cuenta por tener un estilo particularmente atractivo. 

Hanna nos cuenta la historia de una joven (Saoirse Ronan) que habiendo sido entrenada por su padre (Eric Bana) y habiéndose convertido en una pequeña máquina de matar con habilidades cerca de lo sobrehumano (o al menos para una niña de su edad...), inteligencia superior, reflejos, fuerza etc. Es perseguida por una agente del servicio secreto (Cate Blanchett) con demasiados intereses en que tanto la pequeña como su padre mueran. 

Hanna es un film complejo de narrar, o al menos si se pretende mantener el misterio que rodea la historia. El periplo de Hanna sola, frente a un mundo que desconoce, o conoce simplemente por las explicaciones de su padre, y la persecución constante por parte de uno de los mas extravagantes esbirros de la agente Marissa (Blanchett) se convierten en el eje central de la película. Paralelamente descubriremos el viaje de Erik (Bana) el padre de la pequeña y su particular huida del servicio secreto que trata también de darle caza. 

Este paralelismo entre la cacería que sufren Hanna y su padre, así como el viaje de descubrimiento y autodescubrimiento de la joven son sin duda las mejores bazas del film. Junto a la atractiva trama, cuyo ritmo es prácticamente perfecto y está fantásticamente ejecutada, Wright ha conseguido barnizar el conjunto con detalles estilísticos tan resultones como distintivos para un film que, en manos de cualquier otro director podría haber olido a telefilm. 

El montaje es precisamente el punto que le da un ritmo brutal a la película y consigue resultar fresco y en ocasiones transgresor con una combinación vertiginosa de imagen y música. Es importante de hecho mencionar la banda sonora de Hanna con unos temas tan impropios para la película como increíblemente naturales. Los momentos de tensión se acompañan en ocasiones por melodías atípicas, nanas o sutiles golpes de efecto con aire naif e inocente. Las persecuciones o momentos de acción por su parte, con estridente música techno-industrual. Algo que a priori podría resultarnos horrible, se convierte en uno de los elementos más característicos de la película y que sin duda imprimen en ella un toque aún más personal. 

Las interpretaciones son en todo momento sobresalientes, comenzando evidentemente por Saoirse Ronan, a quien si nominaran al Óscar por su papel, no podríamos poner ninguna pega en absoluto. Hanna es una niña dura, con una expresión firme, en ocasiones aterradoramente siniestra, en otras, el contraste es impresionante y podemos ver un fondo dulce, tímido y vulnerable. La combinación de ambas personalidades es todo un reto interpretativo que la joven consigue superar con creces. Existe quizá momentos en los que el film parece decaer por centrarse en el autodescubrimiento de Hanna, su particular viaje con un cierto aire a road movie y su relación con el entorno y personas que encuentra en el camino. Fantástica la escena en la que "descubre" la electricidad. 

Otro de los personajes que sin duda mayor impacto supone es el de Isaacs (Un irreconocible Tom Hollander) el perturbador esbirro de la agente Marissa, que perseguirá a Hanna acompañado por su equipo de skin-heads (si, tal cual) de muy muy mala pinta. Tom Hollander no solo resulta creíble en el papel, además consigue que el personaje nos resulte todo lo icónico que podría ser un personaje de sus características. Vestido con impecable chandal de colores vivos e infantiles, pelo brillante y engominado y constantemente silbando una canción infantil que contrasta exageradamente con su actitud de asesino sin escrúpulos. Tanto Blanchett como Bana, como suele ser costumbre están impecables en sus respectivos papeles aunque si es cierto que no destacan tanto como Hollander y Ronan, probablemente por ser éstos mas "complejos" y "distintos". 

Hanna es nuestra recomendación semanal y se ha convertido por méritos propios en uno de los mejores thrillers del año. Diferente, magnética, perturbadora. 



NOTA:8/10

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