miércoles, 29 de mayo de 2013

CRÍTICA THE BIG C (FINAL DE SERIE) SIN SPOILERS

Es una pena que una serie tan recomendable como The Big C se marche perjudicada por malas decisiones, y sin apenas hacer algo de ruído. Decimos perjudicada porque tras dos magníficas temporadas, la tercera temporada de Cathy fue un completo desastre, tramas sin sentido, y alejándose de la historia principal cada vez más, que espantaron a sus seguidores, y supuso un enorme bajón de audiencia, suponiendo la cancelación.

Pero Showtime dio una última oportunidad para finalizar de manera digna la trayectoria televisiva de Cathy Jamison y compañía, en un formato de 4 episodios de una hora de duración (lo normal eran 12 de media hora), con la que dar el desenlace que la serie merecía. 

The Big C trata sobre la vida de Cathy Jamison luchando contra el cáncer, noticia tras la cual decide cambiar su vida por completo, y mediante un humor negro (pero respetuoso con el tema que trata), y gran carga emocional, hemos visto la lucha de una mujer con mucho que contar, y aportar.


Nosotros por desgracia hemos vivido un tema muy similar al de Cathy, quizás eso magnifica las emociones que los guionistas pretenden plasmar, y nos haga algo menos objetivos con élla, y es que por desgracia es un tema común, que afecta a cualquiera, y con el que hay que tener especial cuidado a la hora de hablar tratar. La evolución de la enfermedad y del personaje es muy realista, pasando por diferentes y constantes cambios emocionales, y sacudiendo la vida del enfermo junto a la de todos los que lo rodean.

Para hablar de la serie, hay que hablar sobretodo de Laura Linney, una actriz perfecta y que merece todo tipo de alabanzas y reconocimientos, siendo en especial en esta última temporada, donde la actriz salta del drama a la comedia con facilidad y en muy poco tiempo. La actriz, que perdió a su padre por la misma enfermedad rodando la serie, transmite a la perfección todo lo que pasa en la mente y el cuerpo de una mujer con las citadas circunstancias, y sus relaciones, siendo imposible no hempatizar con élla.

Es una enfermedad muy dura, en especial de donde se ubique el tumor, y durante el proceso de recuperación, o deterioro, los altibajos del paciente y sus familiares son constantes, algo que se ha dejado muy claro en especial con la relación de Cathy con su hijo Adam. Mítica es la escena final de la primera temporada donde Adam terminaba de descubrir los planes de su madre, y la muestra de como el golpe que la vida les ha dado hace madurar al adolescente, y termina por crear un vínculo especial entre madre e hijo, que de otra forma no se hubiera dado.

La primera temporada teníamos una Cathy revolucionada, buscando vivir al límite los días que le quedaran, y liberada sexual y emocionalmente. La segunda era la lucha contra la enfermedad, una carrera que aceptaba comenzar al ver lo necesaria que era para su família, y en esta cuarta, el enfrentamiento de la parte más cruel y decisiva del tratamiento, donde las decisiones son las más difíciles que una persona hace en toda su vida.

El tono de comedia y drama estuvo equilibrado perfectamente en los dos primeros años, sobretodo con Marlene, una vecina huraña infectada del positivismo que desprendía la protagonista, y una extraña estudiante, Andrea Jackson, que vio en su profesora a una madre.

Exceptuando a Paul, el marido de Cathy, los secundarios de la serie han sido beneficiosos por su marcada personalidad, y originalidad. Siendo Sean, hermano vagabundo por voluntad propia, y excéntrico, el que se gana al espectador con sus aventuras, y una relación con su hermana de lo más variopinta.

Esta última temporada tenía una tarea difícil, cerrar la serie en el momento más dramático, pero volviendo al tono del primer año, con toques cómicos que aligeraran el tono. Y lo cierto es que lo han resuelto excepcionalmente, sabiendo en que puntos cabe la mofa o un humor negro, cuando ponerse serios, emotivos, y dando lecciones, y mostrando la realidad del tema de modo que una persona que la desconozca lo pueda entender perfectamente.

Ha sido dura, porque debía serlo, pero las lágrimas han ido acompañadas de risas o sonrisas, y sabiendo de lo que hablamos, hemos visto en Cathy a todos aquellos que hemos perdido por la enfermedad. 

La serie enseña a que nos riamos de nosotros mismos y de la vida de forma sana, pero también que exprimamos los días, porque no tenemos nada asegurado.

Si os veis en la situación, entendemos que sea difícil ver la serie, pero sino, os recomendamos que le deis la oportunidad, no solamente porque es un gran producto, sino porque no os dejará indiferente, y veréis todo de otro modo.

El final no ha terminado de ser lo que el personaje merecía, aunque la temporada devolvió ese gran nivel de antaño, se quedan algo cortos en los últimos minutos, pero en conclusión,  conocer la vida de Cathy Jamison ha sido un regalo, con sus pros y contras, pero que nos ha parecido especial y memorable por lo que nos ha supuesto.  









NOTA: 8/10

Mandamos un saludo y abrazo a todos aquellos que paséis esta enfermedad directa o indirectamente, sabemos muy bien que hay luces y sombras en el proceso, que no siempre acaba bien, pero esperamos que el optimismo que la serie ha querido transmitir consiga llegaros, y sino, intentar exprimir todos los buenos momentos, porque al fin y al cabo, son los importantes, y los que deberían importar.



Esta crítica va dedicada a vosotros, para que veáis que no es un tema aislado y poco común, que muchos la pasan, que hay miles (por desgracia) de personas con quien tratarlo, y que aún siendo duro, siempre hay alguna sonrisa por el camino. Pero en especial, a nuestra Cathy personal, a la que echamos de menos, y que siempre será un ejemplo para nosotros. 

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