martes, 25 de junio de 2013

CRÍTICA MAN OF STEEL

Tras tanta expectación, El nuevo Kal-El aterriza en los cines con la crítica dividida (55/100 en Metacrític, con opiniones muy dispares), y acaparando toda la atención desde que comenzaron a surgir opiniones en la red. La tarea de reiniciar la incursión del superhéroe en el cine era árdua, ya sea porque es una historia simple ya conocida por todos, y porque exceptuando las dos primeras películas con Christopher Reeve, el paso de Kal -El por el cine no ha sido muy satisfactorio.

Pero DC y Warner confiaron en que el estilo (imitado posteriormente) que Nolan instauró en Batman, sentaría bien a Superman, trayendo una versión actualizada del personaje, y que sobretodo se pudiera tomar en serio por el público y críticos.

Zack Snyder ya tiene mucho bagaje adaptando cómics, y construyendo complejas escenas de acción llenas de CGI, algo en lo que suele excederse (lo que hizo insufrible su fallida Sucker Punch). Pero con el control de Christopher Nolan, y un guión de Goyer, tenemos un trabajo impresionante, pero no perfecto.

Y es que la dirección de Snyder es uno de los puntos negativos, sobretodo cuando parece que sufre de parkinson y los temblores de cámara entorpecen grandes escenas de acción. Su predilección por escenas dinámicas, y cuidado estético son su marca personal, pero deslucen algunos momentos llenos de carga emocional, que el director  suele pasar por alto y de forma algo brusca, cuando si echara el freno y las aprovechara, se habría ganado a los críticos.

Goyer crea un guión sencillo, pero que asienta formidablemente las bases de la nueva versión que veremos a partir de ahora, con un prólogo donde se muestra un Krypton como jamás se ha mostrado, y definiendo la espécie a la que pertenece el protagonista, tomando el inicio de la película para presentar devidamente a los kryptonianos. Es la gran aportación que se ha aplicado a este reboot, dejando de ver a seres estrambóticos y algo superficiales, sin mucho que contar.

Goyer y Nolan no se andan con rodeos en sus adaptaciones, y si hicieron sufrir a Batman, no iban a ofrecernos un Superman alegre y saliendo siempre victorioso. Ese tono amargo distingue el producto DC del de Marvel, hay el humor justo, no es tan familiar como Iron Man y compañía, y la violencia es más explícita. Les preocupa el personaje, y lo demuestran en la primera mitad, donde llegan a reiterarse contando el crecimiento del héroe y de sus allegados, alternando flashbacks.

El ritmo se resiente por concentrar la acción en la segunda mitad, quedando muy diferenciados ambos actos, y si se hubiera repartido mejor las escenas hubieran beneficiado bastante a la película, pero no quita que el trabajo sea realmente bueno.

El nuevo Superman es más serio, actualizado, con dilemas morales que van más allá del encubrimiento de su poder, como la procedencia de sus habilidades, un debate sobre fe al pensar en si puede tenerlos por acto divino. Este hecho es el más curioso, y es que al héroe de Metropolis hay quienes lo consideran un dios, abriendo el dilema de que pasaría si existiera realmente. Estarían los cristianos más conservadores a favor o en contra de este nuevo tipo de salvador? A pesar de haberse tratado más ligeramente en los cómics, la incursión en temática religiosa (hasta aparece un cura), es una de las mayores sorpresas que Nolan, Snyder y Goyer nos ofrecen.

Reflexiones como ya se daban en el Bruce Wayne de Nolan, son las que engrandecen el personaje, definiéndolo por completo, y acercando su parte más profunda al espectador. Jonathan Kent ejerce del Alfred de Kal-El, y si Alfred animaba a Bruce a levantarse tras las caídas, Jonathan enseña a su hijo a decidir su destino.

Se critican las decisiones del personaje, sobretodo en dos escenas que contienen muertes de por medio, pero todo tiene su explicación y lógica, se van argumentando los motivos durante la película, y puede ser controvertido, pero marca la diferencia definitiva de la versión que han creado con las anteriores. Todo se basa en decisiones, y por muchos poderes que se tengan, el hombre de acero es víctima de las suyas (ese grito final de Henry Cavill da fe de éllo).

Henry Cavill clava el mejor Superman de la historia, y por mucho que se engrandezca a Christopher Reeve, Cavill no ha tenido que el tono cómico del que interpretó Reeve para ganarse al público y caer bien, y lleva con solvencia un protagonista sin apenas diálogos cómicos propio de los héroes de Marvel, haciendo más difícil la hempatía con el espectador, pero llegados a la parte final, Henry demuestra ser una elección perfecta.

Russel Crowe, actor que no es santo de nuestra devoción, muestra un Jor-El mucho más interesante del que Marlon Brando interpretó. Héroe, esposo, y científico entre otros, siendo algo más que la figura paterna que provoca la transición de su hijo a Superman. Y es que la figura paterna para el protagonista se la dejan a Kevin Costner, que interpreta a Jonathan Kent, limitándolo a dar lecciones morales a su hijo adoptivo, mientras que Jor-El es parte importante de la historia.

Y el tercero en discordia, Michael Shannon como Zod, un malvado sin escrúpulos que cumple las exigencias de todo aficionado a los cómics, y este tipo de cine.

Amy Adams, la eterna nominada al Oscar, era el fichaje sorpresa por su filmografía poco dada a superproducciones, pero la actriz fan de Superman (se presentó al casting para la adaptación de Bryan Singer, y apareció en Smallville) cumple con su rol de Lois, no es que hayan profundizado mucho en la novia de héroe, pero no es una damisela en apuros, y no sobra, así que la nueva Lois es de nuestro agrado, esperando que se desarrolle más y mejor en las secuelas, faltándole aquí una gran escena para sí misma, y que terminara de definirla.

La otra mujer en la vida de Clark es Martha Kent, una Diane Lane tierna y madraza, con los momentos más sentimentales y familiares. Puede parecer que su intervención es innecesaria, pero es fundamental para entender el vínculo del superhéroe con los humanos, y sus motivos para defender el planeta.

En los demás secundarios es donde la película se resiente, y se nota que se sentían obligados a dar minutos a personajes claves del cómic como Perry White y compañeros, los cuales no interesan, y no son más que relleno en la historia.

El tono serio y violento es muy arriesgado, y se agradece que no se corten ni un solo momento a la hora de intimidarnos con el fuerte carácter de Zod y sus secuaces, con una Antje Traue como Faora, que es toda una robaplanos y personaje memorable. Batallas desgarradoras y sin control, que han abierto el debate entre los seguidores, y siendo cierto que es excesiva, también es lo que la hace diferente, y más realista (Zod no tiene compasión, y no ve más que su objetivo, así que tanto le da si destruye la ciudad entera, haciendo difícil al protagonista controlar a rivales con sus mismos poderes). Luchas cuerpo a cuerpo con un ritmo vertiginosos que permite percibir lo que sucede en pantalla, y que otorga una arte final impresionante.

Tiene fallos, pero los comienzos siempre son difíciles, y en Man Of Steel el trabajo se ha cumplido con creces, dando al mejor Superman, batallas épicas, un guión solvente, y una película que deseamos revisionar por la cantidad de detalles que hay (caminones Luthorcorp, satélites Wayne). No vemos el momentos de ver la secuela (solo hay que rememorar que Batman Begins pasó como buena, y luego tuvimos The Dark Knight), habiendo comprobado que el héroe esta en muy buenas manos.

Por último, mencionar la banda sonora de Hans Zimmer, impecable y grandiosa, engrandece cada escena como ya lo hizo con la saga del héroe de Gotham.


Por cierto, pasar del 3D, es inapreciable.



NOTA: 8'5/10







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