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El director de una de nuestras películas preferidas (Pleasantville), y una saga de libros que hemos devorado en una semana por lo adictivos que son, rápidos de leer y con una historia que funciona a las mil maravillas, además de la sorpresa de la extrema dureza que contiene (algo que ya nos hacía pensar en la dificultad de la adaptación a la gran pantalla), nos hacían presagiar que iríamos a ver una de las mejores películas del año, debido también a que el libro en sí es muy cinematográfico, debido también a que la autora es guionista, y consigue que formemos nuestra película mientras leemos pero al salir del cine, el sabor que se nos ha quedado ha sido agridulce..
Y es que recrear el libro tal y como es, haría que la película no recibiera el calificativo de apta para mayores de 12 años, eso reduciría el público, y por lo tanto la recaudación (que es lo que interesa). Y ese ha sido el gran problema y el fraude de la adaptación de Gary Ross, el poco riesgo que ha decidido tomar, a la hora de decantarse por la vía comercial.