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Cierto es que el guión es la única pieza del puzzle que podría tener sus peros, no es que sea malo, pero lo demás es tan redondo, que hay ocasiones que se queda a medio gas. Pero por suerte, el director coreano famoso por OldBoy, hace un trabajo tan magnífico, que camufla los fallos de la escritura de Miller. Y es que la sensibilidad y el buen gusto del director da brillo a cada fotograma, con unas transiciones impresionantes, bellas y muy originales (atención al del cabello de Nicole Kidman), una puesta en escena sobria pero impactante, y una dirección de actores como pocas veces se ven.