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Esto sucede por ejemplo con Francis Ford Coppola, del que hablaremos en el momento que colguemos la crítica de Twixt 3D, su última película, y con Lars Von Trier. El director de la polémica Dogville, presentó mediante un vídeo muy cómico donde era controlado a modo de marioneta por una ayudante, y dando las gracias en español al Festival, dispone de esta permisividad, no digo que no haga buenas películas, pero si que parece saltarse las normas de lo que una buena película debería tener, y las hace para su disfrute personal, sin pensar en el espectador que verá la obra.
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Melancholia es un planeta que esta próximo a estrellarse a la Tierra, pudiendo destruirla o bien pasarla de largo. Y aunque parezca una película típica de ciencia ficción, el director plantea el como esta desconcertante amenaza, altera las relaciones de los protagonistas.
Una sinopsis la mar de interesante, con un director reconocido en multitud de Festivales, que se divide en dos tramos, con una impresionante presentación en slow-motion. Pero Lars Von Trier no esta interesado en contarnos una historia de personajes y sentimientos únicamente, sino que se nota que quiere crear controversia, y dejar imágenes que recordemos, aunque en ocasiones no vengan a cuento y estén de más.
La primera parte es la boda de Justine (Kirsten Dunst), con Michael (Alexander Skarsgard, Eric en True Blood que aunque parezca mentira, aparece vestido durante toda la película).
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Si quería dejarnos clara las desastabilidad emocional de la protagonista, no necesitaba tanto tiempo para que nos hiciéramos a la idea.
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El segundo acto ( y lo que tendría que haber sido todo el film), por suerte se deja de tonterías y agarra a los personajes imprescindibles y la historia que nos prometía, llevándola de forma directa y mostrando lo prometido. Sorprende el gran talante de Kiefer Sutherland (24), y Charlotte Gainsbourg (21 Gramos), que interpretan al matrimonio de Claire y John, los que para nosotros hubieran tenido que ser los verdaderos protagonistas, son los que llevan el mando y sufren las consecuencias que provoca Justine y el planeta Melancholia. Es en este tramo donde el espectador se estabiliza y comienza a saborear una intensa historia de sentimientos, pero como pasa en el primer acto, las escenas de Justine llevan al desconcierto.
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El tramo final en cambio, tiene toda la tensión y comprensión que el resto del film merecía tener, dando por fin una historia y su lugar a Justine, regalando momentos entrañables e imágenes de impacto, dándonos la frustración de haberla querido tener así en el resto de metraje. Con el segundo tramo le hubiera quedado una película excepcional. Pero es un director que rueda pensando en sí mismo, en su disfrute, y no en contar a historia y presentar los personajes al espectador, esta técnica tan egoísta ensombrece una gran obra.
El público en Sitges aplaudió entusiasmado la película, y ojo, no decimos que no sea buena, pero si hubiera estado firmada por otro director, no se le hubieran perdonado los errores y licencias que se da, pero Von Trier se ha ganado su reputación (aunque en el terreno personal se la haya cargado con su desafortunadas confesiones en Cannes), y ese le da un trato que no termina de merecerse.
NOTA:6'5/10
Disculpa, Sólo un pequeño apunte: en el vídeo que pasaron antes de la proyección de la película, Trier da las gracias en catalán.
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