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El problema principal de la serie
de Ryan Murphy es haber perdido su identidad y su propósito, debido a que si
algo gustaba de Glee era esa crítica mordaz e ingeniosa al género al que
pertenece, tiraban de clichés para reírse de sí mismos. Pero después de una
gran primera temporada, y una irregular segunda, los creadores se comenzaron a
tomar demasiado en serio la serie, potenciando el drama restando comicidad, y
cayendo en picado.
Se suponía que en el tercer y
último año de la primera generación (en la cuarta continuarán los principales,
pero algunos como Lea Michele serán recurrentes, es decir, no aparecerán en
todos los episodios), pulirían errores, y elevarían la serie para volver a su
mejor momento, pero ha sido justo lo contrario.
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En lugar de abarcar tramas para todos, han utilizado demasiado los dramas de Kurt, personaje que comenzó siendo una de las grandes revelaciones de Glee, pero que ha resultado ser agotador cada vez que aparece en pantalla, Finn con aburridas obsesiones y escaso carisma, y Beiste, que conseguía dormirnos nada más presentarse. Pero además de perjudicar personajes, han habidos tramas muy interesantes como la batalla dentro del grupo, que se resolvió en dos coros (Troubletones y New Directions), que prometía una guerra que solamente dan cuando llegan las competiciones, pero como siempre, se resolvió pronto y mal.
Gwyneth Paltrow sorprendió con su participación en la segunda temporada, y era de esperar que Idina Menzel (Wicked, Enchanted) y Ricky Martin, aportarán lo mismo que aportó Paltrow, pero no han habido invitados a la altura de la protagonista de Shakespeare In Love, por no hablar de Gloria Estefan, que no pasa de cameo.
Lea Michele, a la que
consideramos lo mejor de Glee junto a Jane Lynch, ha sufrido los desaciertos de
los guionistas con momentos absurdos, y dramas exagerados, convirtiendo a
Rachel Berry en un personaje repetitivo, y algo insoportable por la cantidad de
escenas de ella llorando. La actriz merece proyectos a su altura, tanto
musicales, como comedias y dramas, porque ha demostrado ser impresionante en
todo. Tampoco ayuda que la emparejen (aunque en la vida real también sean pareja) con Finn, un personaje y un actor que no están a su altura, y echa por tierra escenas que podrían haber sido mucho mejores, de no ser por lo limitado que es como actor Cory Monteith.
Obviaremos hablar más de Sue, Beiste,
ni de Emma y Will, personajes con los que no saben que hacer, y han dado tumbos durante 22
episodios.
Sobre los demás, solamente se
salva Santana López, a la que han dado más atención y hecho avanzar, porque
ningún otro personaje, o incorporación, ha tenido momentos destacables, ni nos
han hecho cambiar nuestra impresión sobre ellos. Beneficiada también por la
ingenua Brittany, con la que forma una gran pareja cómica, que no terminan de saber aprovechar.
Durante toda la tercera
temporada, teníamos la impresión de que se pretendía hacer adorables a todos
los personajes, con un drama demasiado edulcorado, historias previsibles y mil
veces vista (padres que no aceptan los deseos de sus hijos, maltratos,
problemas de integración, aceptación de homosexualidad etc…), muchas de las que
ya aparecían antes, por lo que daba la sensación de estar dentro de un bucle
interminable.
El tema de la homosexualidad ha sido el desacierto más acentuado, no hablamos de que no traten el tema, ni del modo en el que lo hacen, porque por desgracia, no queda lejos de la realidad lo que se ha visto en la serie. pero solamente han mostrado lo más duro del tema, y repetido insistentemente, cuando lo que necesitaban era restar drama y aplicar más comedia, algo que les valió el Golden Globe y el Emmy en años anteriores, y así mostrar cierta normalidad en el tema. Si querían animar a salir del armario a todos los homosexuales que lo ocultan, consiguen todo lo contrario.
El tema de la homosexualidad ha sido el desacierto más acentuado, no hablamos de que no traten el tema, ni del modo en el que lo hacen, porque por desgracia, no queda lejos de la realidad lo que se ha visto en la serie. pero solamente han mostrado lo más duro del tema, y repetido insistentemente, cuando lo que necesitaban era restar drama y aplicar más comedia, algo que les valió el Golden Globe y el Emmy en años anteriores, y así mostrar cierta normalidad en el tema. Si querían animar a salir del armario a todos los homosexuales que lo ocultan, consiguen todo lo contrario.
Pero no todo ha sido malo, ha
habido bueno capítulos (pocos), grandes actuaciones (recordaremos el momento
piscina de We Found Love, y las competiciones), y personajes que prometen dar
mucho como Unique, y la entrenadora de las animadoras, rival de Sue, con la
que tiene una gran química, y con la que
rogamos tengan más enfrentamientos. Pero sobretodo, hay que alabar el personaje de Becky, de la que ya hablamos, y que
resulta ser una robaescenas en potencia en cada aparición.
La recta final ha mejorado
bastante el nivel, con el tema del futuro de los estudiantes, gracias al que
habían historias reconocibles e interesantes, por las que todos pasamos tarde o
temprano, y que si que conseguían mejorar las impresiones sobre cada personaje,
además del espíritu competitivo muy presente este año, todo muy forzado y a última hora.
No estamos expectantes con la
cuarta temporada, y es que seguir esta tercera ha sido hasta difícil por el
escaso interés que nos despertaba, juntando la marcha (a medias, porque no se
van del todo, aunque en el caso de Kurt agradeceríamos que se marchara un
tiempo) de Lea Michele, y Amber Rosie (Mercedes), que perjudicará mucho la
serie. Sería interesante ver el futuro de todos ellos, por los cambios de
ambientación y la evolución de todos ellos, pero se descartó el spin off, y
toca continuar viendo la vida en el interior del instituto.
Sucederá como en Dexter y Nurse
Jackie, y este tropiezo servirá con una gran cuarta temporada? Estaremos
atentos al nacimiento de la segunda generación de Glee (a saber sino es la
última), pero necesitamos el verano para descansar de tanta decepción.
NOTA 5’5/10
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