Kevin Williamson revolucionó el género del terror con la saga Scream, y es que desencadenó un sinfín películas que emulaban al famoso slasher, es decir, un asesino de turno iba tras varios personajes a los que irá matado de uno en uno excepto al o la protagonista, que deberá hacerle frente en las secuelas mientras funcionara económicamente.
Muchos disfrutamos viendo las aventuras de Sidney en Scream, pero no dejabamos de ver los fallos y debilidades del guión, y los giros forzosos para estirar la trama y tensión de forma que enganchara al público. Pues bien, en The Following, Williamson ha emulado la cuatrilogía de Ghost Face, pero de forma descomunal, con una gran cantidad de asesinos.
La serie trata sobre el enfrentamiento de Ryan Hardy (Kevin Bacon) y Joe Carroll (James Parisse), detective y asesino respectivamente. Hardy capturó a Carroll tras cometer varios asesinatos, pero a pesar de encontrarse preso, la influencia de Joe va más allá de los muros de la prisión, consiguiendo que bajo la máscara y obras de Edgar Allan Poe, sus fieles seguidores aterroricen a la población matando sin piedad y con crueldad.
La sinopsis y el piloto prometían una serie novedosa e intensa, poco apropiada a priori para un canal público, y con la vuelta de Kevin Bacon ( si es que a alguien le interesaba). En su primer episodio, se comprobaba que los guionistas no tenían reparos en ser explícitos en los momentos más intensos y crueles, algo que favorecía a la hora de crear tensión para tenernos enganchados. Pero una vez pasadas las primeras impresiones y sorpresas, los siguientes episodios mostraron la gran debilidad de la serie, lo mal llevados y definidos que están los personajes.
Para empezar, tenemos una secta que sigue fielmente a Carroll, el cual, es un fracasado escritor que busca plasmar su próxima novela basada en actos reales, y del que en ningún momento se especifica que tiene para ganarse tantas admiraciones. Pero sabemos tan poco del líder de la secta, y tiene cambios tan incomprensibles, que hay episodios donde todo se desmorona como un castillo de naipes.
Sobre Ryan Hardy, el supuesto héroe, la cosa fue peor. Y es que los guionistas deberían aprovechar el verano para revisionar toda la temporada, y comprobar que han dado un pésimo protagonista. carente de carisma alguno, y ofrece un desfile de meteduras de pata asombroso, facilitando el plan de Carroll, y dejando en evidencia la escasez de ideas para los giros argumentales.
Joe Carroll (James Parisse), es mucho mejor actor y personaje que el de Bacon, pero que ha sufrido una extraña bipolaridad, impidiendo el desarrollo del que podría haber sido un gran malvado televisivo, y un actor desaprovechado, quedándose en una eterna promesa que no termina de cumplirse.
En los secundarios, son Claire Mathews (Natalie Zea), Emma Hill (Valorie Curry), y Jacob Wells (Nico Tortorella), los que aportan un mínimo de interés y buen hacer de sus actores, siendo el resto bastante prescindibles, y con escaso interés.
La mecha de la serie se consume muy rápidamente, y aunque el juego del gato y el ratón de los protagonistas ha resultado ser uno de los mejores estrenos de la temporada (en cuanto a audiencia), las torpezas de guión daban al traste con la credibilidad de la historia, con cliffhangers vergonzosos, y previsibles. Aunque todos esos fallos, también la hacen muy entretenida, intentando predecir que nuevos fallos cometirán los detectives del FBI, y los delirios de Joe y compañía.
No entendemos que pueda haber una segunda temporada, pero no podemos negar que han sido 15 episodios con ritmo, muy disfrutables sino la tomas en serio, y escenas para el recuerdo, muy idónea para la época estival.
NOTA: 6/10
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